viernes, 21 de octubre de 2011

WOLF x PARIS (2da parte)

Día 3:
Con toda la calma del mundo recibíamos al tercer día en París, que cómoda es la cama de Melina, ¡joder! Así que a eso de las doce, tras duchas y desayuno nos pusimos en marcha nuevamente al centro... Esta vez decidimos optar por un transporte algo no tan económico como el metro que es GRATIS, pero sí por uno más saludable, BICICLETAS... A diferencia del Bicing en Barcelona, el Velib Parisimo te ofrece la posibilidad de pillar una bicicleta sin necesidad de ser socio, y por 1'5€ al día puedes coger tantas bicicletas quieras, eso sí, sin pasarte de los 30 minutos, y dejando 10 minutos de pausa entre una y otra... ¡Vamos, que de puta madre! Pero al loro, que si pagas con tarjeta extranjera te encontrarás con una sorpresilla cuando chequees tu saldo... yo me encontre con -600€, -150€ por cada bici... pero tranquilos que es sólo un depósito, que a la semana os lo devuelven, pero que ¡DEPÓSITO!


Pues lo dicho, tras una bicicletada por el centro y un rápido almuerzo dentro de un garaje resguardandonos de una lluvia que recien había comenzado, empezaba nuestro día por el centro de París... Visto el cielo antes de salir de casa decidimos que era día para museo y al llegar al centro con las primeras gotas se confirmó la idea. Así que tras comer nos dirijimos al Musée d´Orsay, un museo situado a orillas del Sena que recoje lo mejor del impresionismo y que cuenta con obras de autores consagradísimos como Delacroix, Degas, Millet, Manet, Monet, Renoir, Pisarro, Latour, Cézanne, Van Gogh, Gauguin, Seurat o Derain entre muchos otros.

 









Tras el museo Melina tuvo que marchar rápido al trabajo así que nosotros nos dimos otra vuelta por la Ile de la Cité, isla en la cual se encuentra la catedral de Notre Dame, y lugar donde nos relajamos un poquito y del cual pusimos rumbo a casa de la protagonista de la historia. Preparamos algo rápido y rico para cenar para que cuando llegara la jefa se encontrara todo listo. El menú de la noche consistía en una sopa de cebolla perfecta para días de lluvia y unos Cordon Bleu con una salsa de Roquefort made in France y acompañado como no, de un buen vino lugareño o mejor dicho, un par de buenos vinos lugareños.

En este mismo escenario y después de cenar llegaba la segunda sorpresa del viaje: ¡¡ROMAIN!! El orgullo parisino personificado, tuve la mala suerte de conocerlo el día después de que Francia eliminara a España de la copa del mundo de 2006. Compartimos piso en Londres ese mismo verano, lugar en el que curiosamente también conocí a Melina. Estando ya todos en casa sólo faltaba terminar la botella de vino para poner rumbo a la noche.  El destino era: LE RÉSERVOIR, donde esperaba la tercera sopresa del viaje: ¡¡¡LEA!!! A esta parisina de orígenes marroquíes la conocí en San Francisco y tras verla en Barcelona, París era el momento... Fue una noche tremenda, escuchando bandas francesas en Le réservoir, tomándonos unos cubalibres en un bar de cuyo nombre no logro acordarme y terminando con la noche parisina en estado puro, en casa de Nico, un amigo de Lea que ese mismo día estaba de cumpleaños, así que nos invitaron a adentramos en una Parisien house party... Este es el tipo de situaciones que veníamos buscando, la esencia de la vida local, tan local que hasta los gendarmes nos pararon la fiesta a eso de las 06:00h, ¡fue toda una experiencia! No tuvimos más remedio que despedirnos uno a uno de todos, en especial de Nico que nos recibió como si fueramos grandes amigos. Ahora el tema era que de los viejos conocidos ya no quedaba nadie, ni Melina, ni Romain, ni Lea estaban en la fiesta, lo que significaba que teníamos que llegar a casa guiándonos por nuestros propios instintos... ¿Lo lograríamos? 


 









Pedaleando a muerte a una sola mano ya que la otra nos protegía de la fuerte lluvia llegamos a un punto conocido que nos guiaría hasta la casa, empapados dejamos las bicis y llegando al portal de Melina debíamos marcar un número secreto para poder acceder al edificio, (en París, los edificios no tienen interfono, van todos con una clave de 4 dígitos), tratamos de hacerlo lo más rápido posible fallando a la primera, pero a la segunda lo conseguimos y justo cuando nos protegimos bajo el techo comenzó un diluvión ensordecedor. ¡Menuda suerte!

Día 4:
Recibimos el cuarto día muy pero que muy tarde, eso sí, con una sonrisa de oreja a oreja, la noche anterior así bien la merecía. Poca cosa hicimos, salimos a dar un paseo en bici por Saint-Michel, pequeña caminata a la orilla del Sena y de vuelta a casa. Esa noche nos esperaba algo increible...

Melina nos tenía una sorpresa guardada, una mesa en el restaurante l`Alchimiste al cual entramos en pleno servicio, con el restaurante lleno, aún así no veía más de 20 cabezas en todo el local, el olor a buena comida impregnaba la sala, las mesas apenas se tocaban unas con otras, el bullicio era notable, el menú estaba escrito en diferentes pizarras colocadas estratégicamente... Este pequeño bistrot familiar me excitó.


Evidentemente nos decantamos por diferentes platos, pero destacaré solo un primero, un segundo y un postre:

- Medallón de queso de cabra sobre pan de jengibre y mermelada de higos.
- Brocheta de magret de pato con una salsa de miel e higos y gratin dauphinois.
- Medios albaricoques con salsa de caramelo y helado de vainilla.




Volvimos a confiar en un vino del sur de Francia con D.O.: Côtes Du Rhône, un SAINT COSME 2008. Un vino con cuerpo, muy especiado y con claras notas a pimienta. Y para terminar, el restaurante te obsequia con los digestivos, posando sobre la mesa 3-4 botellas para servirse al gusto de cada uno, en nuestro caso nos decantamos por un Armagnac.

Algo que me llamó mucho la atención de la gastronomía francesa es la combinación de lo dulce con lo salado, algo de lo que personalmente no soy muy fanático pero que debo de reconocer que tiene un equilibrio sorprendente.

Día 5:
Quinto y último día, tenemos una cuenta pendiente con París... No podíamos irnos sin ver el símbolo del país, la Tour Eiffel. Dejamos lo mejor para terminar, igual que al comer, el mejor bocado para el final.

Subidos a unas bicicletas nos dirijíamos a la tan mundialmente conocida Tour Eiffel, era un nuevo highlight, no del viaje, sino de la vida. El monumento fue diseñado por el ingeniero francés Gustave Eiffel, construida e inagurada en 1889 para la Exposición universal que se celebraba en la ciudad. Causo mucha controversia entre los artistas de la época que la veían como un "mounstro" de hierro y que rompía totalmente con los esquemas de la ciudad, pero pronto comenzaría a ser apreciada por los autores modernos que la veían como un poderoso símbolo de vanguardismo. Casi 120 años después, en 2007 se convirtió en el monumento más visitado del mundo con más de 6.500.000 de visitas anuales, increible. Entramos por la pata  Sur y nuestro objetivo al entrar era subir los 325m de Torre Eiffel corriendo... No duramos mas de 30 escalones, el tiempo en que nos topamos con un grupo que relentizó toda la subida, así que decidimos disfrutarlo, ir lentamente y observar París desde las distintas plantas de la torre.

Son un total de tres pisos, el primero se encuentra a 92m, el segundo a 150m y el último a 310m. Nuestra sorpresa fue cuando al llegar a la segunda planta observamos que no había posiblidad de continuar la "escalada", estabamos obligados a coger el ascensor por lo que tuvimos que hacer una larga cola. Y la sorpresa fue aún mayor cuando llegamos al ascensor y no nos dejaron entrar porque había que comprar otro boleto de 10€ para subir hasta la cima. No tuvimos más remedio. Las sensaciones arriba fueron increibles, ver la ciudad que acababamos de conocer, reconocer todos los puntos por los que habíamos pasado los últimos 4 días, el simple hecho de saber que estabamos en el punto más alto de la ciudad, dentro del símbolo de la nación era espectacular... Este punto fue el resumen perfecto del viaje...






















...Y cuando decía que lo mejor siempre para el final, no bromeaba...


Muchas gracias Melina por tu increible hospitalidad, mejor imposible, hiciste de tu casa "nuestra" casa, ya tenemos ganas de recibirte nuevamente por Barcelona, así que ya sabes, cuando tu quieras serás bienvenida. Un beso enorme.
Paris je t'aime