domingo, 6 de mayo de 2012

Hamburg: Tierra WOLF


Recién llegado de Menorca tocaba hacer la mochila para poner rumbo esta vez a Alemania. Allí me esperaba un reencuentro familiar muy emotivo… Para los que no lo sepan, mi madre es nacida en Hamburg, y desde 1998 que no pisaba TIERRA WOLF. Creo que el motivo de haber dejado pasar tanto tiempo fue simplemente el ahorrarme sufrimiento, ya viví muchas despedidas antes de mudarme en 1996 a Barcelona y muchas lágrimas por el camino y la excusa para no hacerme daño o recordar esos momentos tristes de la infancia era tratando de olvidarla… 


Sin embargo no me estaba dando cuenta de que esto no era nada bueno para mi conciencia, muchas veces venían imágenes a mi cabeza de los veranos que pasaba en Hamburgo junto a mi abuela, tíos, primos… De hecho fue una llamada de mi madre en la que me comunicaba que Oma, forma cariñosa de llamar a la abuela en alemán, estaba teniendo problemas de salud… Era ahora o nunca… 


Desde el momento que puse pie en tierra empecé a sentir un extraño cosquilleo… Caminando por las calles de la ciudad me vinieron viejos olores a la mente, olores de la infancia, la emoción estaba a flor de piel… Mi tía Elke no llegaba hasta las 21.30h a casa, así que disponía de unas horas para pasear por la bonita ciudad de Hamburg. Me fui directamente al barrio de Sankt Pauli, mundialmente conocido por su equipo de fútbol, con ideologías antifascistas y anticapitalistas. Es un barrio obrero que se lleno de inmigrantes a finales de los 60 lo que hizo que este colectivo junto a los estudiantes formaran una hinchada lo más parecida a un movimiento social muy vinculado a pensamientos comunistas y de izquierdas. Hoy en día es el centro de la vida nocturna y donde se encuentra uno de los barrios rojos más famosos de toda Europa. Es un barrio muy pintoresco y juvenil, lleno de arte urbano, creo que podría llegar a compararse de algún modo con la “comunidad independiente” de Christiania en Copenhague. 












Tras este intenso paseo cultural llegaba la hora de reencontrarme con mi tía Elke Wolf después de 5 años, tengo que reconocer que iba algo nervioso, el simple hecho de estar en Hamburgo ya me hacía sentir algo vulnerable, el sentimiento era más grande que mi persona… Sin embargo todo fue de fábula… Puedo decir que porfin pude “conocer” a mi tía, eran pocos los momentos que habíamos compartidos juntos, apenas unos 30 días en toda mi vida. Fuimos directamente a cenar al barrio de Schanzenviertel, a tan solo 10 minutos de casa de mi tía en Altona. Era viernes noche en Hamburgo y el clima acompañaba, no dudamos en hacernos con una mesa en una de las cientos de terrazas que poblaban este juvenil barrio.  Celebramos el reencuentro con 0´5 L de cerveza local, Holsten, una copa de vino blanco, una ensalada de la casa y el clásico Schnitzel (filete de ternera apanado) con patatas fritas. Fue una velada muy bonita donde tuvimos tiempo de hablar de pasado-presente y futuro, una conversación muy profunda, de Wolf a Wolf.

Levanté el sábado con buenas vibras y contento porque era el día que llevaba tantos años esperando, el del reencuentro con Oma. Aún no podía hacerme a la idea, la noche anterior pasamos por la residencia con mi tía y me enseño su habitación desde la calle, no podía creer estar tan cerca de ella… De todos modos el reencuentro no se produciría hasta la tarde ya que debía ir acompañado de mi madre, que llegaba a las 18h a Hamburgo, debido a que no pudiera reconocerme e incluso llegar a asustarla. Así que decidí caminar de Altona al maravilloso lago Alster, situado en el centro de la ciudad. La caminata me tomo unas 2h en las que fui recopilando olores que me transportaban en el tiempo, ojala existiera algún modo de almacenar estas esencias y poder disfrutarlas en cualquier momento. El más especial, el olor del verde “Hamburgués” es único… Además la ciudad esta lleno de estos espacios, era como un paseo mano a mano de mi infancia aspirando al máximo estos ricos aromas que la vegetación me estaba dando, cerraba los ojos y me veía rodeado de este hermoso color, un color característico de Hamburgo. Entre imágenes del pasado llegaba al Alster, perfecto para culminar todas las fotografías que invadían mi mente, recordaba haber paseado por aquí junto a mi familia, una vez unida, y ahora tan solo era un bonito recuerdo que volvía a renacer, frente a una nueva imagen actual que me desbordó, que lindos momentos estaba teniendo… Me senté a orillas del lago, comí algo y me relajé hasta la hora de la llegada de mama WOLF








Me encontraba derepente en el aeropuerto, paradójicamente recogiendo a mi madre en su propia ciudad… No veía a mama WOLF desde Navidades, no os podéis imaginar las ganas que tenía de abrazarla… Con ella me sentiría muy seguro para ir a visitar a Oma, ya que a pesar de las inmensas ganas que tenía de verla, sentía un miedo escénico, temía que tal vez no llegara a acordarse de mí y más que todo esto el simple hecho de tenerla frente a mis ojos ya era algo que no sabía si sería capaz de controlar… 

Tomamos un taxi dirección a la residencia, mientras tanto mi madre me iba poniendo al tanto de la situación, de la situación actual de Oma, de sus problemas de memoria ya derivados en un Alzheimer algo avanzado. Salimos del taxi, tenía la residencia frente a mí, reconocí su habitación de inmediato. Entramos y nos dirigimos al ascensor y de ahí a la segunda planta. Nos comunican que está en el comedor, allá vamos… Cuando la vi casi me pongo a llorar, no por su aspecto, porque estaba igual que en mi recuerdo, sino por el impacto de tenerla frente a mí, a mi Oma, no podía creerlo… Fui directo a abrazarla y besarla. Mientras, mi madre y Elke trataban de hacerla recordar quien era; su nieto, su pequeño Wolf o como ella me llamaba “meine Kleine Susse” (mi pequeño dulce). A través de fotos de la infancia, esas mismas que iba proyectando en mi mente durante todo mi paseo por Hamburgo, conseguimos acercarla un poco más a mí, según me decía mi madre y tía, hace mucho que no la veían así de feliz, eso me llenaba… Era difícil tener unas conversación con ella, ya que no recordaba casi nada, y las pocas cosas que decía carecían de sentido, había que centrarse en el momento, en la sensación momentánea, y así sí que llegamos lejos, disfrutaba con su sonrisa al ver cada una de las fotos, seguro que todas tenían un especial significado para ella, tal como lo tenían para mí… La dejamos descansando, habían sido muchas fotos, muchos recuerdos, sólo deseaba que se hubiera acordado de mí, quería que se acordara de que su “Kleine Susse” había venido a verla, a darle todo su amor… Sólo quería eso… 




Mientras tanto fuimos a casa de mí tía WOLF donde nos relajamos una horita con cerveza en mano antes de irnos a cenar a un restaurante vecino a la casa llamado Anno 1905, en la que servían comida tradicional alemana muy rica. Este local tiene más de 100 años de historia, es todo un clásico de la ciudad. El interior es muy acogedor, con muebles de madera antiguos, lámparas enormes colgando de los techos, una caja registradora de principios de siglo pasado, unos camareros vestidos de forma clásica, tenía la sensación de estar en otros tiempos… ¡En tiempos de Cabaret! Los tres nos decantamos por pescado, y tengo que decir que me quedé muy sorprendido, ¡estaba riquísimo! 



Merluza en salsa de gambas y mostaza acompañado de bratkartoffeln


Lenguado a la plancha al limón con bacon y alcaparras


Arenques con mayonesa cebolla y patatas cocidas

Después de suculenta cena era hora de ir a dormir, eso sin antes hacer la última cerveza con Mama WOLF. Necesitamos también nuestro pequeño tiempo a solas y ese fue nuestro momento, donde nuevas historias de la familia WOLF que desconocía salieron a la luz. Vibré con estos nuevos relatos en tiempos de guerra, en plena Alemania nazi, no quiero ni imaginar por lo que llegaron a pasar los WOLF. Gracias mama por compartir todo esto conmigo, me fui a dormir aún más orgulloso de ser un WOLF más de la manada.


Con un bonito desayuno en familia comenzaba el último día en TIERRA WOLF. Tratamos de darnos algo de prisa para poder aprovechar el máximo de tiempo con Oma Wolf, así que a eso de las 11.30h llegamos nuevamente a la residencia. Esta vez iba mucho más tranquilo ya que me había familiarizado con el lugar y sobretodo con ella. Seguimos con el mismo juego de fotos y hasta llegamos a hacer remakes de fotos antiguas para hacerla entender mejor quién era yo. Sentía una emoción interior enorme, una emoción que no había sentido nunca antes y no se si volveré a vivirla… Llegaba la hora de comer y teníamos que dejarla hasta la tarde. Ella me pidió por favor que regresara a verla, y así le prometí… 






Tras unas horas llegaba mi último encuentro con ella… Tenía una sola hora antes de poner rumbo al aeropuerto. Mientras comía fuimos a imprimir las fotos remakes que habíamos hecho en nuestra visita matutina, y al parecer no entendió el juego, eso sí la sonrisa no se le borraba al verlas. Que linda ella… No le solté la mano en ningún momento, quería sentirla antes de irme, llevarme toda su vibra conmigo… Lo peor de todo fue despedirme de ella, ya que ella insistía en que fuera a visitarla al día siguiente y mi vuelo estaba a 3h de despegar… Le dije que mañana no podía volver pero que lo haría pronto. “Dank für alle Oma. Te quiero… Ich Liebe dich” Con esta últimas palabras y entre lágrimas me despedí de ella. 




Hamburg: TIERRA WOLF



2 comentarios:

  1. joder tio!! ole tus webos, me ha hecho vibrar... tengo unas ganas de ver a mis yayas!! ya te vale...

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    1. Ha sido muy emocionante de principio a fin!!! Felicidades Felipe!

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